lunes, 28 de agosto de 2017

¿DEBEMOS REUTILIZAR LAS BOTELLAS DE AGUA?

Hoy en día existe mucha polémica sobre las posibles consecuencias adversas del bisfenol A para la salud y sobre la reutilización de las botellas de agua, y por eso he decidido escribir este artículo sobre ello.


El bisfenol A (BPA) es un compuesto sintético orgánico con dos grupos funcionales fenol que tiene efectos negativos para la salud y que está presente en algunos plásticos que comentaremos más adelante. Pero previamente vamos a hablar un poco sobre este compuesto y de esos efectos que han generado tanto revuelo. 

El bisfenol A fue sintetizado en 1891 por el científico ruso Alexander Dianin, aunque realmente no se comercializó hasta 1957. Actualmente, el uso diario de productos con este componente es tan frecuente que un estudio afirmó que 9 de cada 10 estadounidenses presentan bisfenol A en su organismo, aunque normalmente sus niveles son inferiores a la “dosis diaria tolerable”.

Diferentes estudios han constatado que el bisfenol A es un disruptor endocrino capaz de causar desequilibrios en el sistema hormonal. Tanto es así que la Unión Europea, en 2011, decidió eliminarlo de los biberones, ya que es durante la época prenatal y los primeros meses de vida donde puede conllevar más problemas debido al papel fundamental de las hormonas en dicho período.


No obstante, los efectos perjudiciales no se reducen a tales desequilibrios hormonales, sino que también parece existir una cierta relación con el descenso de los niveles de esperma y testosterona en los hombres y con los abortos y partos prematuros en las mujeres, e incluso puede tener un efecto diabetógeno y cancerígeno. También se ha comprobado que una exposición prenatal a BPA podía incrementar el riesgo de padecer asma y obesidad en la edad infantil. Vistas todas estas consecuencias negativas, no es de extrañar que Europa lo haya incluido en la lista de compuestos “altamente preocupantes”, aunque fue Canadá el primer país en calificar al bisfenol A como sustancia tóxica.

Sin embargo, tampoco hay que alarmarse en demasía. Como os dije al principio del artículo, el bisfenol A no está presente en todos los tipos de plásticos, sino solamente en algunos como resinas epoxi, policloruro de vinilo (PVC) y policarbonatos (PC). Y vosotros os preguntaréis: ¿cómo podemos saber el tipo de plástico del que está hecho un envase? Pues bien, esto es posible porque existe un sistema de identificación de los materiales de envasado, de modo que cada tipo de plástico lleva su símbolo triangular con un número determinado en el centro, tal y como os mostraré a continuación. La correspondencia de los números con los diferentes tipos de plásticos es la siguiente:

1: Tereftalato de Polietileno (PET)
2: Polietileno de Alta Densidad (HDPE)
3: Cloruro de Polivinilo (PVC)
4: Polietileno de Baja Densidad (LDPE)
5: Polipropileno (PP)
6: Poliestireno (PS)
7: Todos los demás: resinas de plástico o mezclas (OTHER)



Una vez aclarado esto, quería contaros que, generalmente, el plástico utilizado para la fabricación de botellas de agua, refrescos y aceite es el PET, el cual no contiene bisfenol, por lo que esos bulos que circulan por ahí acerca de la presencia de bisfenol A en las botellas de agua quedan totalmente desmontados. Por lo tanto, en la botella de PET debe aparecer el simbolito con el 1 en su interior y podemos concluir que, en este sentido, no hay problemas de seguridad para la salud al reutilizar las botellas de plástico. En efecto, estudios sobre el PET han demostrado que es seguro para los usos a los que se destina, tal y como explican aquí: The Safety of Polyethylene Terephthalate (PET)

Otros productos que tampoco llevan bisfenol son aquellos destinados a la lactancia y la edad temprana, como las vajillas para los niños o los biberones, puesto que en Europa se ha prohibido su uso como medida de precaución, tal y como ya hemos mencionado anteriormente.

Por el contrario, sí hay que tener cuidado con aquellos recipientes de plástico a base de resinas epoxi, PVC o policarbonatos, ya que estos sí contienen bisfenol A. Obviamente, el problema no es la simple presencia de este compuesto en los plásticos, sino su posible liberación al contenido con su posterior ingestión por parte de los seres humanos o los animales.


Volviendo al tema del PET de las botellas de agua, cabe decir que, aunque nos hayamos quitado del medio al bisfenol, este material no está todavía exento de controversia. Esto se debe a que otros compuestos del PET podrían migrar al agua y podrían tener algunas implicaciones sobre la salud, pero aún no está del todo claro. Los compuestos señalados son ftalatos, antimonio, formaldehído y acetaldehído. No obstante, lo cierto es que ya se han llevado a cabo estudios sobre estas sustancias y los resultados parecen reflejar que, en condiciones normales de uso, todas ellas se encuentran en concentraciones tan bajas que no merecen preocupación alguna. Por lo tanto, aún no se han obtenido claras evidencias de que el PET pueda conllevar un riesgo real para la salud, pero de la misma manera, todavía son necesarios resultados más concluyentes para descartar otros más contradictorios y poder poner fin a la polémica aún abierta.

Recapitulando, como conclusión de todo lo dicho hasta ahora y dejando a un lado las hipótesis poco fundamentadas sobre estos otros compuestos, podemos decir que el bisfenol A deja de ser el mayor problema de estas botellas de plástico (al no estar presente en ellas) y este puesto pasa a ser ocupado por su higiene, puesto que sí es cierto que las bacterias prosperan en ambientes cálidos y húmedos y se adhieren con facilidad al plástico. De este modo, los expertos coinciden en que el mayor riesgo para la salud que puede suponer la reutilización de estos recipientes es de tipo microbiológico. Por ello, se recomienda lavarlas con agua y jabón y dejarlas secar, para después mantenerlas en un entorno limpio, fresco y seco, protegido de los rayos solares. Con todo, dicho lavado con agua y jabón que es conveniente para eliminar los microorganismos que pudieran crecer, favorece asimismo el deterioro de la botella. Además, a este deterioro provocado por el lavado, hay que sumarle el mecánico, es decir, el producido por el uso diario que puede dar lugar a grietas en el plástico que constituyen un lugar idóneo para albergar bacterias. 

Por todo ello, lo aconsejable es usar preferiblemente envases de cristal, no abusar de la reutilización de los envases plásticos y no someterlos a altas temperaturas, puesto que, al igual que otros factores como un mayor tiempo de contacto o un pH ácido, aumentan la liberación de bisfenoles del plástico. Por este mismo motivo, debemos evitar también la comida precocinada, que se calienta en el microondas directamente con el envase.

jueves, 17 de agosto de 2017

ACCIÓN DE LA SELECCIÓN NATURAL SOBRE LAS PROTEÍNAS ONCOSUPRESORAS

Un tumor es, en pocas palabras, un conjunto de células de nuestro propio cuerpo que se han rebelado contra nosotros y que continúan dividiéndose más allá de lo que lo haría una célula normal.

En cada división de cada célula normal de un organismo pluricelular existe una cierta probabilidad de que su ADN sufra una mutación cancerígena, que puede hacer que la célula se multiplique sin restricciones, que invada tejidos vecinos, que eluda las defensas del sistema inmunitario o que atraiga vasos sanguíneos que le suministren energía y oxígeno.



La selección natural no tiene poder para eliminar el cáncer. Sin embargo, dentro de la innegable vulnerabilidad del organismo al cáncer, contamos con mecanismos defensivos, aunque estos tienen limitaciones. Entre las defensas más eficaces contra el cáncer encontramos las proteínas oncosupresoras, que podrían evitar la tumoración mediante la supervisión de la reproducción de cada célula. En el caso de que alguna de ellas se multiplicase de manera anormal, estas proteínas inducirían a su muerte o a un proceso de senescencia, en el cual la célula sobrevive pero no se puede reproducir. A pesar de esto, no todo acerca de este tipo de defensas son buenas noticias.

La proteína oncosupresora o supresora de tumores más conocida es la p53, vulgarmente llamada “guardián del genoma”. Su acción consiste en unirse a las regiones promotoras de los genes reguladores del ciclo celular, expresando proteínas que van a detener el ciclo en la fase G1, antes de la fase de síntesis, para que se pueda producir previamente la reparación. También activa genes reparadores del ADN y la apoptosis, que es la muerte celular programada o suicidio celular controlado genéticamente. La importancia de dicha proteína queda patente cuando vemos que la mitad de los tumores tienen el gen p53 mutado, pero a continuación vamos a centrarnos en algunos descubrimientos realizados sobre otra proteína oncosupresora: la p16.

Estudios llevados a cabo sobre dicha proteína, cuya acción consiste en bloquear la actividad de una quinasa dependiente de ciclina (cdk), sugieren que, en efecto, está relacionada con una menor susceptibilidad al cáncer en edades tempranas, pero también se asocia con un efecto negativo: el envejecimiento celular. Y nos podemos preguntar: ¿por qué la selección natural ha operado a favor de proteínas supresoras de tumores como esta, si tienen consecuencias tanto beneficiosas como perjudiciales? La respuesta parece sencilla: la selección natural antepone todo aquello que incrementa las probabilidades de transmitir la información de generación en generación a la posibilidad de vivir más tiempo y mejor. Y de hecho, la probabilidad de sufrir algún tipo de cáncer no es precisamente despreciable como para que sea pasada por alto por esa mano invisible que es la selección natural.

Cuando una célula entra en dicho estado de senescencia obligado por la proteína p16, se produce el cese de su multiplicación junto con un desequilibrio proteico, sintetizando el factor de crecimiento vascular endotelial (VEGF). Este factor activa la angiogénesis y promueve un extra de nutrientes favoreciendo el posible desarrollo de un tumor. Por lo tanto, esta proteína p16 haría a los ancianos, de forma indirecta, más vulnerables al cáncer. De esta manera, su función realmente no es evitar sino retrasar el cáncer, es decir, reducir las probabilidades de que los jóvenes lo padezcan, pudiendo así tener descendencia.

No obstante, también algunos niños sufren cáncer. Concretamente, el retinoblastoma (cáncer de retina) afecta principalmente a dicha parte de la población. Ante este hecho, se nos plantea otra cuestión: ¿por qué la selección natural no favorece las defensas contra este tipo de cáncer? La respuesta es cruel pero sencilla también: la retina es un tejido muy pequeño en comparación, por ejemplo, con el colon, además de dejar de multiplicarse a los cinco años de edad, por lo que la magnitud del riesgo de cáncer del segundo tipo es mucho mayor que el de retina y la selección natural le atribuye una importancia mucho mayor a las defensas que se oponen al cáncer de colon con el mismo fin de siempre: aumentar el éxito reproductivo.

sábado, 5 de agosto de 2017

LA CARA Y LA CRUZ DE LOS EFECTOS DE LA CAFEÍNA

Hoy hablaremos del café, la bebida más consumida en el mundo después del agua, lo cual no es de extrañar si pensamos que es un clásico indispensable en la mayoría de los desayunos para comenzar cada día con energías. En Europa, donde el café llegó en el siglo XVII, la población adulta consume actualmente un promedio de 200 miligramos diarios, llegando a alcanzar los 400 miligramos en los países nórdicos como Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia.


La cafeína, que fue descubierta en 1819 por el químico alemán Friedrich Ferdinand Runge, está presente en el café, en el té, en el chocolate, en las bebidas de cola y en las energéticas. La cafeína es el principal alcaloide del grupo de las metilxantinas y su nombre sistemático es 1,3,7-trimetilxantina. En los alcaloides se incluyen también la teína, la morfina, la nicotina, la cocaína, la quinina y la codeína, y todos ellos son compuestos nitrogenados que se encuentran sobre todo en las hojas, las semillas, las raíces o los frutos de ciertas especies vegetales con una función defensiva.

La cafeína actúa fundamentalmente como un estimulante del sistema nervioso central, ya que tiene una estructura similar a la adenosina y puede actuar como un inhibidor competitivo de la misma, adheriéndose a sus receptores e impidiendo que esta se una a ellos. Así, al bloquear los receptores A1 y A2A de la adenosina, la cafeína se comporta como un antagonista de los efectos sedantes e inhibitorios que tiene este nucleósido sobre las neuronas, manteniéndonos despiertos y potenciando nuestro rendimiento físico y mental.

Una vez ingerida, la cafeína pasa al torrente sanguíneo y se une a algunas proteínas del plasma, alcanza su máxima concentración a los 30 minutos o una hora después y cruza la barrera hematoencefálica para llegar al cerebro, donde se une a los receptores de la adenosina y desempeña su función más conocida, siendo su semivida plasmática de unas 3 horas. Después, una vez que la cafeína ha sido distribuida por todo el cuerpo, esta es metabolizada parcialmente en el hígado mediante reacciones de desmetilación en las que interviene la enzima citocromo P450 oxidasa, de modo que la ruptura de la molécula va a dar lugar a tres metabolitos llamados paraxantina, teobromina y teofilina, que serán finalmente excretados a través de la orina.

En realidad, los efectos de la cafeína son múltiples, aunque estos pueden variar de un individuo a otro según la genética, la edad y el peso:

1- Como estimulante del sistema nervioso central, mantiene el estado de alerta y mejora la concentración, el tiempo de respuesta, la memoria a corto plazo, la asociación de ideas y la percepción de los sentidos.

2- Disminuye el sueño y la fatiga.

3- A nivel cardiovascular, aumenta la tensión arterial y la frecuencia cardíaca de manera transitoria. Además, es un vasodilatador a nivel periférico y un vasoconstrictor a nivel de las arterias cerebrales, por lo que alivia las migrañas y las cefaleas.

4- Actúa como broncodilatador débil, por lo que puede reducir los síntomas del asma.

5- Tiene efecto diurético, incrementando el deseo de orinar al aumentar el flujo sanguíneo a los riñones y disminuyendo la reabsorción de agua y sodio especialmente a nivel del túbulo proximal, lo cual también puede contribuir, en cambio, a la deshidratación y el estreñimiento.

6- Facilita una buena digestión, ya que la cafeína se une a los receptores nicotínicos o muscarínicos de la mucosa del estómago e incrementa la secreción de jugos gástricos como el ácido clorhídrico y la pepsina y también de enzimas en el páncreas como la lipasa y la proteasa pancreática, ayudando a que los alimentos se digieran más rápido.

7- Es beneficioso para la piel, ya que el café es una fuente de antioxidantes que absorben los radicales libres, protegiendo frente a los daños que estos pueden causar y frenando el envejecimiento de la piel.

8- Aumenta los niveles de adrenalina en el plasma sanguíneo, como consecuencia del efecto vasoconstrictor a nivel cerebral.

9- Además, la cafeína va a incrementar los niveles de noradrenalina mediante la inhibición de las fosfodiesterasas que conlleva un aumento de AMPc y GMPc intracelular y este, consecuentemente, la síntesis de noradrenalina.



Sin embargo, a pesar de sus beneficios y aunque la cafeína figure en la listas GRAS (sustancias generalmente consideradas como carentes de riesgo), el abuso del café puede producir excitación, ansiedad, insomnio, irritabilidad, temblor fisiológico e hiperactividad refleja, además de desarrollar una dependencia física de algunos de los efectos de la cafeína debido a una neuroadaptación en el cerebro. Conforme incrementamos el consumo de cafeína, el cerebro produce menos adenosina y se generan más receptores para hacer frente a la mayor demanda. Por esta razón, cada vez necesitamos más cafeína para obtener el mismo efecto, hasta llegar a un punto en el que parezca que el café ya no nos afecta, aunque esto en verdad no es así, ya que la tolerancia se desarrolla de distinta manera en sus variados efectos.

Por el contrario y de la misma manera, si reducimos nuestro consumo de cafeína, muchos de los receptores que se habían creado para suplir esa mayor demanda ahora se quedan libres y para cubrirlos se incrementa la producción de adenosina. Por este motivo, al disminuir la dosis diaria de café, vamos a experimentar ahora una sensación de somnolencia mucho mayor que anteriormente.

En definitiva, es cierto que el café tiene una serie de beneficios, pero debemos tomarlo con moderación, en su justa medida. En realidad, sus efectos serán positivos o negativos dependiendo de la cantidad en la que se consuma.