Buenas noches, lectores:
Después de mucho tiempo sin escribir en mi blog, hoy he decidido
volver a sentarme delante del teclado para realizar una crítica y una llamada a
la responsabilidad ante la situación que estamos viviendo con la pandemia de
coronavirus y la irrupción del mismo en España. Hoy he sentido que el estado de
alerta sanitaria en el que nos encontramos actualmente merece como mínimo una
entrada en este blog científico que comencé hace ya casi cuatro años con el
mero objetivo de disfrutar escribiendo sobre algún aspecto de la ciencia que me
interesase en cada momento y, sobre todo, con la idea de transmitir ese conocimiento
a la población general de una forma más accesible y con un lenguaje más sencillo
y menos técnico que el que nos podemos encontrar en las revistas científicas. A
lo largo de estos años, mi constancia en el blog ha sido menor de la que me gustaría
y algo intermitente debido a las dificultades para compatibilizar el blog con mi
vida estudiantil, mi vida investigadora, mi vida como profesor particular, mis otros
hobbies y mis relaciones sociales. Aun así, espero que en un futuro cercano pueda
retomarlo con fuerza para añadir nuevas entradas a las veintisiete ya existentes
y así conseguir que dicho número siga creciendo y vosotros me sigáis leyendo.
Entrando ya en el tema de esta entrada, el motivo de mi
regreso al blog no es otro que el coronavirus, prácticamente el único tema del
que hablan los medios de comunicación y todo el mundo. Sin embargo, a diferencia
de la línea que he seguido en publicaciones anteriores, en esta ocasión no
quiero transmitir tanto conocimiento científico, sino realizar una llamada al civismo,
al sentido común, a la responsabilidad y a la solidaridad tras apreciar cómo el
número de casos de contagio confirmados en España aumenta a un ritmo
desenfrenado y ver que la población general no está lo suficientemente
concienciada sobre la gravedad de la situación y las medidas preventivas para
reducir los contagios.
Todos hemos escuchado que en realidad la tasa de mortalidad
de este virus es baja, que su cuadro clínico generalmente se asemeja a una gripe
y que el grupo de riesgo es principalmente la tercera edad y aquellas personas
con otras patologías previas, sin ser tampoco un virus especialmente mortal en
dicho grupo. Sin embargo, debemos ser conscientes de que el problema de esta pandemia
no es tanto a nivel individual, sino a nivel colectivo. La principal
preocupación ahora mismo radica en que el rápido contagio y el frenético aumento
del número de casos de coronavirus puede llegar a saturar el sistema sanitario
del país, si no lo está haciendo ya. El personal sanitario se está dejando la
piel en estos momentos y su trabajo y su sacrificio tienen un valor
incalculable, así que lo mínimo que podemos hacer el resto de la población para
apoyarles y hacer valer su esfuerzo es limitar nuestras relaciones sociales y
tomar estrictas precauciones de higiene, como el simple hecho de toser en el codo
o lavarnos las manos frecuentemente para evitar que el virus acabe en nuestra
nariz, ojos o boca. Cuanto más estrictos seamos siguiendo estas
recomendaciones, antes volveremos a la normalidad. Y en este apartado es donde
quiero hacer hincapié.
Desde mi punto de vista, siento que no estamos poniendo todo
de nuestra parte para mitigar la transmisión del virus, reducir los contagios y
evitar que nos quedemos sin camas en los hospitales. Si el gobierno toma
medidas preventivas como la suspensión de las clases y el cierre de todos los
centros educativos, no es para que los jóvenes hagamos planes con los amigos,
vayamos a tomar unas cervezas al bar, vayamos al cine, salgamos de fiesta o incluso
aprovechemos para hacer un viaje. En definitiva, debemos concienciarnos de que la
suspensión de las clases no son unas vacaciones, sino una medida para intentar
frenar la transmisión del coronavirus y, para que esto sea posible y dicha
medida surta efecto, es necesario que cada uno pongamos nuestro granito de
arena y nos quedemos en casa, a pesar de que todos preferiríamos estar en la calle
disfrutando del buen tiempo con los amigos. Necesitamos que todos hagamos un
esfuerzo y aprovechemos este período de aislamiento social para leer, ver
series, jugar a videojuegos, escribir, estudiar, escuchar música, adelantar
tareas o cualquier otra cosa en nuestras casas. Solo de esta manera
conseguiremos que esa cifra diaria de nuevos contagios se atenúe, que los
contagios se den de una forma más espaciada en el tiempo, que el sistema
sanitario no se sature y que los médicos y enfermeros sean capaces de atender a
todos los pacientes. Estoy seguro de que superaremos esta crisis, pero nuestro
deber es colaborar para que ese momento llegue lo antes posible y con el menor
número de pérdidas humanas posibles. Así que, si no lo haces por ti, hazlo por
los demás: quédate en casa.
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