Todos somos conscientes del espectacular desarrollo que está experimentando la tecnología en los últimos años y de su enorme impacto en nuestras vidas. Tanto es así que hoy en día sería complicado pensar a veces en una vida sin tantos dispositivos tecnológicos como tenemos ahora a nuestro alrededor y sin todas las facilidades que estos nos brindan en el día a día. Pero remontémonos a los orígenes de la tecnología, y más concretamente, a 1959, fecha en la que empezó a surgir ya incluso una ciencia basada en el estudio y en el desarrollo de sistemas a una escala mucho menor, a escala nanométrica, aunque en realidad no fuese hasta pasadas dos décadas cuando adquieriera verdadero auge. Ahora ya no
solo se trata de mejorar las características de los nuevos aparatos tecnológicos
para hacerlos cada vez más potentes, sino también de fabricarlos lo más
pequeños, compactos, ligeros y fáciles de transportar que sea posible. Esta tendencia a reducir el tamaño de
cualquier dispositivo o a estilizarlo, sin que esto suponga una pérdida de las cualidades
del producto o para que tenga nuevas aplicaciones, dio lugar al nacimiento de la nanotecnología, es decir, la
tecnología a escala nanométrica, que tiene el mismo fin que siempre perseguimos:
que la tecnología nos ayude lo máximo posible, que sea capaz de mejorar nuestra
calidad de vida y que, en definitiva, vivamos en un mundo mejor.
Así, hemos abierto camino a un innovador e inmenso área de
estudio, un campo con muchas más aplicaciones de las que seguramente nos podemos imaginar.
La nanotecnología comprende áreas como la biología, la física, la química, la
ingeniería, la informática, la microelectrónica, la biotecnología y la
medicina. La nanotecnología es un campo que está creciendo de manera
exponencial y en el que tenemos mucho que trabajar, pero es conveniente
resaltar especialmente la gran importancia que está teniendo ya y que puede llegar a tener en biotecnología y medicina, tanto dirigida a técnicas de diagnóstico
y de imagen como terapéuticas.
-Por otro lado, respecto a las técnicas terapéuticas, son ya
patentes los avances que ha proporcionado la nanotecnología en el tratamiento
de enfermedades como el cáncer, neurodegenerativas, autoinmunes y
cardiovasculares. Cabe destacar la acción de las nanopartículas transportadoras
de fármacos, vacunas o incluso insulina en los diabéticos, las cuales se dirigen hasta las células diana ofreciendo una mejora de su
estabilidad frente a la degradación, de su solubilidad y de su distribución
atravesando las barreras biológicas, lo cual supone un aumento de la
efectividad y una reducción de la dosis que se ha de suministrar al paciente. Se
espera además que pequeños sensores, ordenadores y diversos aparatos implantables
que resultan económicamente rentables permitan un continuo control sobre la
salud de los pacientes, así como un tratamiento automático. Y en cuanto al
cáncer, ahora la nanotecnología nos puede ofrecer la posibilidad de transformar
en beneficios todos los hallazgos sobre esta enfermedad realizados por el
Proyecto Genoma Humano, ya sea por una vía diagnóstica, terapeútica o
preventiva, para los enfermos de cáncer. De hecho, se han desarrollado ya nanoaparatos para el cáncer, capaces de detectarlo en sus primeros estadíos, localizarlo con máxima
precisión, proporcionar tratamientos y medir la eficacia de los mismos. Estos
tratamientos facilitan el acceso a las células tumorales y reducen la
acumulación del fármaco en las células sanas, reduciendo así su toxicidad.
Sin embargo, el papel de la nanotecnología en terapia no
termina aquí, puesto que ya se preveen dos nuevos avances que no tardarán en
llegar. Uno de ellos se basa en las moléculas de RNA, que probablemente constituirán
una nueva forma de tratar cualquier enfermedad, como el cáncer, el SIDA o la
gripe. El otro es un nuevo modelo matemático de movimiento que podrá ayudar a
desarrollar nanoaparatos capaces de moverse por líquidos, lo cual puede ofrecer
una nueva manera de transporte de fármacos y otras sustancias por el interior
del organismo.
Por último, tampoco nos podemos olvidar de la influencia que puede tener la nanotecnología en la medicina regenerativa, es decir, en la
reparación o sustitución de tejidos y órganos dañados. Las principales
aportaciones de la tecnología a escala nanométrica en este campo están
encaminadas a la producción de nuevos materiales, uso de células madre y
obtención de moléculas bioactivas que se utilicen como señales para la
señalización celular.
Por lo tanto, los beneficios son ya más que evidentes. Sin embargo, aún
nos queda mucho por descubrir en este nuevo, prometedor y profundo mundo de la nanociencia
o nanotecnología y la pregunta que se nos plantea ahora es hasta qué punto puede llegar a revolucionar
la medicina. Las esperanzas puestas en ella son muy grandes y el tiempo nos
dará la respuesta.
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