Probablemente, la mayoría os habéis preguntado el porqué de
reacciones tan comunes y cotidianas del cuerpo humano como el flato, el llanto,
el bostezo, el hipo o la risa. No es de extrañar que os haya entrado
la curiosidad de saber la explicación de estas respuestas del organismo. Pues
bien, aquí podéis encontrar una recopilación con la información sobre cada una de ellas.
¿Por qué aparece el flato?
Seguro que muchos de vosotros habéis notado alguna vez que al poco tiempo de empezar a hacer deporte aparece un engorroso dolor en la tripa que muchas veces os impide
continuar y os obliga a parar. La pregunta es: ¿a qué se debe
exactamente? Este dolor del que hablamos que aparece en el músculo diafragma, que separa el tórax del abdomen, es el denominado flato. Aparece con frecuencia
en deportistas desentrenados, que han hecho un sobreesfuerzo, personas que no están habituadas a hacer ejercicio o por beber mucho líquido o comer mucho previamente a dicho ejercicio físico. Hay unos deportes más dados a la aparición
del flato y otros en los que no es muy común que lo suframos. La natación y la
carrera son deportes con más tendencia a la aparición del flato, mientras que en
el ciclismo se da rara vez. Hay varias causas posibles:
-La falta de riego sanguíneo suficientemente oxigenado al
diafragma, debido a que durante el ejercicio físico aumenta la demanda de
energía, de oxígeno y, en definitiva, de riego sanguíneo por parte del resto de
músculos que están interviniendo en la locomoción. Por lo tanto, nuestro organismo
prioriza la irrigación de estos músculos y restringe la del diafragma.
-Tirones en los ligamentos que unen el estómago, el
diafragma y las paredes viscerales por los movimientos realizados durante la
actividad física. Por ejemplo, en el ciclismo el estómago no oscila tanto y
estos tirones no son muy comunes, lo cual explica que los ciclistas no sean
unos de los deportistas que más sufran este dolor.
-Los gases del intestino que pueden aparecer debido a
comidas copiosas antes de hacer ejercicio y no haber hecho la digestión antes
de empezar a movernos. Esto también puede provocar el roce del estómago (lleno)
con el peritoneo. El flato es muy frecuente cuando hay una ingesta excesiva de
hidratos de carbono y líquidos.
¿Qué hacer cuando empezamos a sentir el flato? La
recomendación es disminuir la intensidad o el ritmo o incluso detenerse. Será
lo mejor para nuestro cuerpo, ya que el flato es una alerta y proseguir con la
actividad que estemos realizando puede conllevar un dolor más intenso, náuseas
y dificultades en la respiración. También nos ayudará si nos apretarnos en el
costado, flexionamos el tronco y controlamos nuestra respiración. Si hacemos
todo esto, es bastante probable que el flato desaparezca y podamos continuar en
poco tiempo. No obstante, si el dolor es fuerte y no desaparece pronto, lo más sensato
es abandonar nuestra actividad física y posponerla para otro día a ser posible,
aunque lo que sí está claro es que el flato no es un dolor que pueda
desencadenar alguna otra dolencia más grave.
¿Por qué lloramos?
Antes de meternos de lleno con esta pregunta, veamos primero
brevemente cómo funciona el sistema lagrimal situado al lado del globo ocular y la composición y las funciones
de las lágrimas.
Nuestro ojo consta de una película lagrimal producida por la
glándula lagrimal, que debe ocuparse de mantener lubricada la córnea. Una vez
que la película lagrimal ha hecho su función, es drenada al punto lagrimal y a los conductos lagrimales, los cuales van a desembocar en el saco lagrimal,
que a su vez gracias al conducto nasolagrimal, desembocarán en la fosa nasal.
Por este motivo, nuestra nariz se tapona cuando lloramos.
Las lágrimas tienen la función de humedecer el ojo, proteger
de infecciones y de agentes externos y eliminar partículas extrañas. Están
compuestas en un 98% por agua y el 2% restante corresponde a glucosa, sodio,
potasio y proteínas. Se diferencian tres capas en ellas: una externa aceitosa,
una media acuosa y otra interna mucosa.
Normalmente, solemos asociar las lágrimas al llanto, pero
hay otros motivos o emociones que conllevan también esta secreción. Según esto,
podemos diferenciar distintos tipos de lágrimas: basales, que son segregadas
constantemente en pequeñas cantidades para mantener lubricados los ojos;
reflejas, como respuesta a un estímulo externo como un roce, un golpe o la
entrada de partículas extrañas en el ojo; y emocionales, como respuesta a un
estímulo interno como estados emocionales de tristeza o alegría.
Pero no nos vayamos demasiado por las ramas y adentrémonos
ya con el porqué del llanto, de esas lágrimas que salen de nuestros ojos y
bajan por las mejillas en respuesta a un estado emocional, a diferencia del lagrimeo, que es también el derramamiento de lágrimas pero no emocional. En realidad, los científicos no han encontrado una clara
explicación racional a este hecho, pero se ha comprobado que puede tener algún efecto beneficioso, como puede ser:
-Conectar con los demás y reforzar relaciones personales. El llanto tiene una función comunicativa. Sirve para expresar emociones y pedir ayuda o consuelo a los presentes. Estas lágrimas son producidas por un sentimiento fuerte, ya sea estrés, placer, ira, tristeza, alegría o sufrimiento.
-Disminuir el estrés, puesto que las lágrimas poseen la
hormona adenocorticotropa (ACTH) o también llamada hormona del estrés.
-Provocar una sensación placentera. Muchas veces nos sentimos mejor después de haber llorado un buen rato y esto se debe a que estas lágrimas contienen también toxinas que son eliminadas con ellas, como es el caso de la leucina encefalina, que actúa como un analgésico natural.
¿Por qué bostezamos?
El bostezo es algo común en el día a día de las personas y
que también se da en otras especies (monos, perros, gatos, pájaros, peces…). Bostezamos
unas ocho veces al día de media y se suele asociar popularmente con el
cansancio o el sueño. Sin embargo, y aunque ni siquiera los científicos se
ponen de acuerdo para dar una explicación definitiva a este hecho, la causa no
parece ser estrictamente esta. En definitiva, parafraseando al psicólogo Robert
Provine, el bostezo es uno de los actos más usuales y más misteriosos hasta el
momento sobre el ser humano. Tres décadas después, la cuestión sigue sin estar
del todo resuelta. Tampoco el bostezo es por mala educación o aburrimiento como
a menudo se suele atribuir; es un acto involuntario.
El bostezo es a veces una manera de mantener alerta al
individuo y evitar que se duerma, ya que las bocanadas de aire permiten enfriar
los vasos sanguíneos de la nariz y enviar sangre al encéfalo a mayor velocidad.
Pero además, estas bocanadas de aire pueden responder a otra
necesidad por la cual bostezamos: refrigerar el cerebro. Debido a la actividad
del cerebro, la temperatura cerebral puede aumentar y con el bostezo
conseguimos introducir aire frío que temple la sangre de la cavidad nasal y que
permita que continúe el buen funcionamiento del cerebro.
En otras ocasiones, el bostezo es simplemente una respuesta
a la abundancia de dióxido de carbono en el ambiente o a la falta de oxígeno en
el cerebro detectada por el núcleo paraventricular del hipotálamo. Dicho de
otra manera, es también una manera de oxigenar el cerebro.
Incluso se ha comprobado que el bostezo incrementa
temporalmente los niveles de cortisol, una hormona asociada al estrés, por lo
que podría ayudar a reducir la ansiedad y el estrés y a aumentar la atención.
Otra curiosidad sobre el bostezo que también nos habrá
sorprendido es su capacidad para contagiarlo a las personas que están a nuestro
alrededor. Al instante de bostezar, otra persona que te está viendo repite el
mismo gesto. Incluso el mero hecho de leer la palabra bostezo puede llevar involuntariamente
a realizar esta acción. ¿Por qué? Al parecer, el contagio del bostezo está
relacionado con la conexión emocional con otras personas y la empatía. Por ello,
es más probable que bostecemos al ver a una persona cercana hacer lo mismo que
al ver a un desconocido bostezando por la calle. En cambio, las personas
autistas, por este mismo motivo, no se suelen contagiar de los bostezos.
¿Por qué se produce el hipo?
El hipo consiste en un sonido inspiratorio consecuencia de
la contracción brusca, involuntaria e intermitente del diafragma que hace que
la epiglotis se cierre, provocando este típico sonido.
La respiración consta de dos fases: una llamada inspiración
en la que el aire entra y los pulmones se llenan, y otra llamada espiración en la
que el aire sale y los pulmones se vacían. Para que esto se produzca, sabemos
que el diafragma desciende durante la inspiración y asciende durante la
espiración. Sin embargo, cuando introducimos en nuestro cuerpo una gran
cantidad de líquido o de comida, es posible que los músculos abdominales
presionen de manera excesiva sobre el diafragma que hace que la epiglotis se cierre. Cuando esto ocurre, este
mecanismo se descoordina, el diafragma sube o baja antes de lo normal, se
altera la respiración, se producen inspiraciones y espiraciones incompletas, se
incrementa la presión del aire en los pulmones y se produce el denominado hipo.
Lo normal es que el hipo desaparezca al cabo de pocos
minutos, pero si queremos deshacernos más rápidamente de él, suele funcionar la
técnica de inspirar profundamente, contener la respiración y luego expulsar lentamente
en la espiración todo el aire contenido. También podemos beber agua fría y
tragar sin respirar.
¿Por qué nos reímos?
La risa es un signo de alegría y de felicidad y algo innato
en nuestra especie. Sin embargo, está relacionada con el desarrollo cognitivo, edad,
época, cultura y carácter de cada persona, lo cual explica que el sentido del
humor varíe de unas personas a otras. La risa es un fenómeno muy familiar para
todos, pero para la ciencia continúa siendo algo misterioso también.
El proceso es el siguiente: cuando el cerebro (especialmente el sistema límbico) detecta una
incongruencia, la procesa, envía las señales por el hipotálamo, la hipófisis y el sistema nervioso autónomo para producir la risa y se liberan también unas hormonas llamadas dopamina y serotonina, que actúan como
neurotransmisores de esa sensación placentera. Mientras nos estamos riendo, un gran número de músculos faciales se contraen y la respiración se altera por irregularidades en el cierre de la epiglotis. Además, si nos continuamos riendo durante un buen tiempo, es posible incluso que los conductos lagrimales se abran, caigan algunas lágrimas y que nuestro rostro se ruborice.
Tampoco nos podemos olvidar de las cosquillas, que son otra
ocasión en la que se produce la risa pero su fundamento es distinto, por lo que constituyen una excepción. Mediante
el estímulo de ciertas partes del cuerpo, como los pies, el cuello, las axilas
o el abdomen, soltamos también carcajadas imposibles de contener. Cuando nos
hacen cosquillas, se activa el hipotálamo, que controla reacciones instintivas
a situaciones de lucha o huida, y se estimulan las mismas fibras amielínicas que
son las causantes del dolor. La risa histérica provocada por las cosquillas es en
realidad un mecanismo de defensa. Aquí está la explicación también de por qué
no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos y provocarnos la risa, puesto
que nuestro cerebro es consciente de que no es necesario producir una respuesta
a la acción.
En cualquier caso, la risa es muy beneficiosa para la salud.
Se ha comprobado que tiene múltiples ventajas: disminuye el estrés, mejora el estado
de ánimo y de bienestar psicológico, estimula el sistema inmune, incrementa el
umbral de dolor, aumenta la oxigenación del cerebro, regulariza el ritmo
cardíaco y disminuye la presión arterial, siendo capaz de reducir la posibilidad
de sufrir problemas cardiovasculares, sin olvidarnos de que tampoco deja de ser
una forma de ejercitar el cerebro y de mantenerlo activo. Así que riamos, que
es gratis.
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