Probablemente muchos de vosotros lo sepáis y parezca algo obvio,
pero nunca está de más recordar que la falta de sueño está relacionada con
enfermedades como el Alzheimer, las enfermedades cardiovasculares, el derrame
cerebral y la diabetes. Por si esto fuera poco, también tiene repercusiones
sobre el estado mental, llevándonos a tomar más riesgos y a ser más impulsivos. Asimismo,
perdemos capacidad de empatía y habilidad para relacionarnos con los demás y se
ven afectados el aprendizaje, la memoria, el estado de ánimo y el tiempo de
reacción.
Con el fin de comprobar la importancia del sueño sobre
nuestro estado de salud y nuestras capacidades, en 1965, un chico de 17 años
permaneció despierto durante 11 días. Los efectos de la falta de sueño sobre su
organismo no tardaron en manifestarse y, al segundo día, la visión y el tacto ya
empezaron a verse afectados. Al tercer día, se observó agresividad y desorientación
en el joven. Las alteraciones siguieron apareciendo progresivamente hasta
experimentar alucinaciones y dificultades con la concentración y la memoria a
corto plazo al final del experimento.
Los expertos aseguran que el mínimo de horas de sueño recomendadas
son 8 y los estudios confirman que dormir menos de 6 horas cada noche
incrementa más de cuatro veces el riesgo de un accidente cardiovascular.
Hasta ahora, hemos mencionado todas las consecuencias
negativas que puede tener la falta de sueño, pero todavía no hemos hablado de
la función que desempeña el sueño en nuestro organismo. Pues bien, los
científicos han descubierto que su función primordial podría ser eliminar todos
los desechos que se acumulan en el cerebro cuando estamos despiertos debido a
la actividad y el consumo de energía por parte de nuestras células. Esta acción
de drenaje la llevaría a cabo el sistema glinfático a través del líquido
cefalorraquídeo, que circula por el espacio subaracnoideo, los ventrículos
cerebrales y el canal medular. Uno de los desechos más importantes que se
acumulan es la adenosina, cuyas elevadas cantidades están relacionadas con el
cansancio y alertan de la necesidad de dormir. A propósito de esto, en un artículo anterior del blog, vimos que la cafeína actuaba sobre los receptores
de adenosina, impidiendo que esta se uniese a ellos. De ahí que el café nos
ayude a mantenernos despiertos. ¿Todo cuadra, verdad?
Además de lo dicho anteriormente, el sueño también juega un
papel muy importante en la consolidación de la memoria y la creación de nuevas
conexiones interneuronales, por lo que probablemente merezca la pena descansar
bien en lugar de seguir estudiando la noche de antes de un examen.
Llegados a este punto, seguramente os estaréis planteando otorgarle
más importancia al descanso nocturno a partir de ahora. Si queremos dormir más
horas, existe una solución trivial: basta con acostarnos antes. Sin embargo,
los más curiosos probablemente os estaréis preguntando qué hacer para mejorar la
calidad del sueño, ya que al principio del artículo dijimos que esta era tan
importante como la cantidad de horas. Para dormir mejor, los mejores consejos
son realizar ejercicio físico durante el día, tomar al menos 30 minutos de sol
diarios e intentar que la cena sea ligera. También es recomendable evitar el uso de
móviles, tablets y ordenadores antes de irse a dormir, ya que la luz azul de
las pantallas de estos dispositivos electrónicos disminuye los niveles de
melatonina, que es la hormona que controla los ciclos de sueño.
No obstante, algunos estudios auguran que también se podría
mejorar el sueño actuando sobre la fase de sueño profundo. Antes de ver cómo podría
ser posible, para entenderlo todo mejor, quiero que sepáis que el sueño se
divide fundamentalmente en tres fases:
-Sueño ligero: esta fase es muy
breve y tiene lugar una sola vez en toda la noche, a diferencia de las otras
dos que veremos a continuación, que sí se repiten en ciclos de 90 minutos. En
esta fase, el cuerpo se relaja y se ralentiza el metabolismo.
-REM (Rapid Eye Movements): dura 30
minutos. Esta fase está relacionada con la consolidación de la memoria
procedimental. Además, en este período de tiempo se manifiestan los sueños y
movemos los ojos con rapidez, de ahí el nombre de esta fase. Y ya que me
encuentro con ganas de responder preguntas, vamos a responder una más que
posiblemente tengáis ahora mismo en mente: ¿por qué no soñamos todas las
noches? Lo cierto es que esta fase REM se da varias veces a lo largo de cada
noche y, por lo tanto, todos los días deberíamos soñar. Sin embargo, lo que sucede
probablemente es que si nos despertamos en la fase NREM, no podemos recordar
sueños porque no estábamos soñando en ese instante, de modo que únicamente nos
acordaremos de los sueños cuando nos despiertan en la fase REM.
-Sueño profundo o fase NREM (No
Rapid Eye Movements): dura 60 minutos. En esta fase, las ondas pasan a tener una
amplitud mucho mayor a las que se observan en las fases anteriores y en vigilia
y pasan a denominarse ondas delta. Un estudio demostró que si emitimos un sonido con
la misma frecuencia que las ondas delta durante el sueño profundo, conseguimos
incrementar el número de estas ondas delta en el cerebro del individuo y,
consecuentemente, que tenga un sueño más profundo. Este experimento demuestra
que es posible mejorar la calidad del sueño de esta manera y quizá en un futuro
logremos fabricar un dispositivo que nos ayude a tener un sueño más
regenerativo.