Para empezar, podemos hablar de su abundancia. El agua es un componente
fundamental tanto del planeta como de los seres vivos, incluyéndonos a nosotros
mismos. La Tierra está compuesta en un 70% por agua, aunque solo un 2,5% de
dicho agua es dulce y, a su vez, el 75% de ese pequeño porcentaje lo
encontramos en forma de hielo, de manera que es inaccesible para nosotros. De
esta manera, únicamente nos queda un 1% que es potable, a la que tenemos acceso, la cual la encontramos minoritariamente en ríos y lagos (tan solo
supone un 0,3% del agua dulce) y sobre todo bajo tierra (25% del agua dulce). No
obstante, esa diminuta proporción es suficiente y totalmente indispensable para
la vida.
La proporción de agua en los seres vivos varía de unos a
otros. En el ser humano está alrededor del 70%, aunque varía con la edad,
disminuyendo con el paso de los años. Sin embargo, hay organismos en los que la
proporción es inferior, como es el caso de los gatos y los perros, donde el
porcentaje cuando son adultos es del 60%, y también existen organismos en los
que el porcentaje es mayor, estando compuestos casi en su totalidad por agua,
como es el caso de la medusa, en la que el agua constituye más del 95% de su
cuerpo. Independientemente de que la posean en mayor o menor cantidad, lo que
está claro es que el agua es imprescindible para la vida y para que las
funciones de los seres vivos tengan lugar de la manera adecuada.
Si nos adentramos ya en la composición química de la molécula
de agua, consta de un átomo de O y dos de H, que se unen entre ellos mediante
enlaces covalentes en los que cada H comparte un par de electrones con el O.
Sin embargo, como la electronegatividad del O es mayor que la del H, los pares
de electrones compartidos son atraídos por O. Además el O, que tiene
hibridación sp3, posee otros dos pares de electrones sin compartir, lo cual
tiene dos consecuencias: la presencia de una carga negativa débil en la zona
donde se encuentran los electrones no compartidos y la geometría tetraédrica de
la molécula de agua, de manera que los átomos de H forman un ángulo de 104,5º
con el O.
Este último hecho unido a la mayor electronegatividad del O,
crea una asimetría en la molécula de agua que provoca la aparición de cargas
parciales opuestas (negativa en los electrones no compartidos del O y positiva
donde están los H). Por ello, y a pesar de ser eléctricamente neutra pues no
posee carga eléctrica neta, la molécula de agua tiene carácter dipolar.
Esta polaridad favorece la interacción entre moléculas de
agua, de forma que la zona con carga eléctrica parcial negativa de una de ellas
es atraída por la zona con carga positiva de la otra, estableciéndose entre
ambas, además de enlaces dipolo-dipolo, enlaces o puentes de H entre el O de
una molécula y el H de otra, que son lo suficientemente débiles como para
separarse las moléculas y lo suficientemente fuertes como para que se vuelvan a
unir. Además, también pueden formar puentes de H con otras moléculas polares
distintas que tenga grupos OH y NH (alcohol, aminas, etc). Esto convierte al
agua en una molécula altamente cohesiva, ya que cada molécula de agua puede
establecer cuatro puentes de H con otras moléculas. Estos puentes de H también
van a tener una gran importancia en el ADN, donde están presentes uniendo
adenina con timina y guanina con citosina.
Una característica especial del agua es que en estado líquido
tiene una densidad mayor y un volumen menor que cuando se encuentra en estado
sólido, ya que en sólido los enlaces de H dejan más huecos en la molécula. Esto
hace que el hielo flote sobre el agua líquida.
El agua además tiene un gran poder disolvente. Se puede
disolver en sustancias polares y también lo puede hacer con sustancias
cargadas, ya que, por ejemplo, cuando el agua se quiere unir a la NaCl, se
produce la solvatación con los iones de Cl- y Na+ que lo forman, es decir, se
interpone entre ellos, separándolos, disminuyendo la atracción entre ellos y
manteniéndolos en disolución. En cambio, no es soluble con moléculas apolares
(hidrofóbicas). Sin embargo, también se forman enlaces hidrofóbicos con el
agua, puesto que las moléculas hidrofóbicas se separan del agua y tienden a
juntarse entre ellas, estableciendo dichos enlaces. Esto se puede explicar por
el tercer principio de la termodinámica, que dice que la entropía o desorden
siempre aumenta.
Cabe destacar también, como características del agua, que se
encuentra en estado líquido a temperatura ambiente, que es un líquido
prácticamente incompresible y con capacidad de adhesión a la superficie de
otras estructuras y de ascender por conductos estrechos, como el xilema de los
vegetales (todo ello debido a su elevada cohesión interna). Además, tiene una
elevada tensión superficial (debido a que las moléculas de la superficie
únicamente pueden formar los puentes de H con las moléculas del interior del
líquido y no con el aire), elevado calor específico (puesto que al suministrar
calor al agua parte de la energía se emplea en romper enlaces de H, de modo que
cuesta más variar su temperatura), alto calor de vaporización (ya que para
pasar de líquido a gas hay que romper los enlaces de H) y capacidad de
ionización.
CURIOSIDAD: EL EFECTO MPEMBA
Este efecto, que recibe el nombre del estudiante de Tanzania
que lo descubrió en 1969 mientras hacía helados en sus clases de cocina,
consiste en que el agua caliente se congela más rápidamente que el agua fría,
al contrario de lo que probablemente podríamos pensar por lógica en primera
instancia. No obstante, este fenómeno no siempre se da, sino que para ello es necesario
que existan determinadas circunstancias y no dos temperaturas cualesquiera. No
observaremos el efecto Mpemba si ponemos a congelar agua a 35ºC y a 5ºC, pero
sí si tenemos estos recipientes con agua a 70ºC y a 90ºC, a 80ºC y a 95ºC, a
50ºC y a 95ºC, etc. Es decir, los efectos de este fenómeno son apreciables para
temperaturas altas y/o con una diferencia notable entre ambas. ¿Cuál es la
explicación?
Para saber el motivo no hay más que volver a lo que hemos
explicado anteriormente y hacer uso también de nuestros conocimientos básicos de química. La explicación no va más allá de la composición
química del agua, los enlaces covalentes que existen entre los átomos de
hidrógeno y oxígeno, la agitación térmica y la evaporación. El agua caliente, a
diferencia del agua fría, presenta una mayor agitación de las partículas y
mayores corrientes de convección, lo cual favorece la transferencia de calor
con el congelador o, en su defecto, con el medio externo frío en el que se
encuentre. Además, la evaporación está más presente en el agua a mayor
temperatura, de modo que la masa de agua caliente que queda y que se debe
congelar es menor que la del agua fría. Además cuanto más caliente se encuentra
un líquido, más burbujas de gas van a presentar y más van a dificultar la formación
de cristales de hielo. Por ello, el agua fría se va congelando por partes,
juntándose poco a poco los cristales de hielo entre ellos, mientras que el agua
caliente lo hace al mismo tiempo. Estas tres causas son las que hacen posible otra de las peculiaridades del agua: el efecto Mpemba.
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