Hoy en día existe mucha polémica sobre las posibles
consecuencias adversas del bisfenol A para la salud y sobre la reutilización de
las botellas de agua, y por eso he decidido escribir este artículo sobre ello.
El bisfenol A (BPA) es un compuesto sintético orgánico con
dos grupos funcionales fenol que tiene
efectos negativos para la salud y que está presente en algunos plásticos que comentaremos más adelante. Pero previamente vamos a hablar un poco sobre este compuesto y de esos efectos que han generado tanto revuelo.
El bisfenol A fue sintetizado en 1891 por el científico ruso Alexander Dianin, aunque realmente no se comercializó hasta 1957. Actualmente, el uso diario de productos con este componente es tan frecuente que un estudio afirmó que 9 de cada 10 estadounidenses presentan bisfenol A en su organismo, aunque normalmente sus niveles son inferiores a la “dosis diaria tolerable”.
Diferentes estudios han constatado que el bisfenol A es un disruptor endocrino capaz de causar desequilibrios en el sistema hormonal. Tanto es así que la Unión Europea, en 2011, decidió eliminarlo de los biberones, ya que es durante la época prenatal y los primeros meses de vida donde puede conllevar más problemas debido al papel fundamental de las hormonas en dicho período.
No obstante, los efectos perjudiciales no se reducen a tales desequilibrios hormonales, sino que también parece existir una cierta relación con el descenso de los niveles de esperma y testosterona en los hombres y con los abortos y partos prematuros en las mujeres, e incluso puede tener un efecto diabetógeno y cancerígeno. También se ha comprobado que una exposición prenatal a BPA podía incrementar el riesgo de padecer asma y obesidad en la edad infantil. Vistas todas estas consecuencias negativas, no es de extrañar que Europa lo haya incluido en la lista de compuestos “altamente preocupantes”, aunque fue Canadá el primer país en calificar al bisfenol A como sustancia tóxica.
Sin embargo, tampoco hay que alarmarse en demasía. Como os dije al principio del artículo, el bisfenol A no está presente en todos los tipos de plásticos, sino solamente en algunos como resinas epoxi, policloruro de vinilo (PVC) y policarbonatos (PC). Y vosotros os preguntaréis: ¿cómo podemos saber el tipo de plástico del que está hecho un envase? Pues bien, esto es posible porque existe un sistema de identificación de los materiales de envasado, de modo que cada tipo de plástico lleva su símbolo triangular con un número determinado en el centro, tal y como os mostraré a continuación. La correspondencia de los números con los diferentes tipos de plásticos es la siguiente:
El bisfenol A fue sintetizado en 1891 por el científico ruso Alexander Dianin, aunque realmente no se comercializó hasta 1957. Actualmente, el uso diario de productos con este componente es tan frecuente que un estudio afirmó que 9 de cada 10 estadounidenses presentan bisfenol A en su organismo, aunque normalmente sus niveles son inferiores a la “dosis diaria tolerable”.
Diferentes estudios han constatado que el bisfenol A es un disruptor endocrino capaz de causar desequilibrios en el sistema hormonal. Tanto es así que la Unión Europea, en 2011, decidió eliminarlo de los biberones, ya que es durante la época prenatal y los primeros meses de vida donde puede conllevar más problemas debido al papel fundamental de las hormonas en dicho período.
No obstante, los efectos perjudiciales no se reducen a tales desequilibrios hormonales, sino que también parece existir una cierta relación con el descenso de los niveles de esperma y testosterona en los hombres y con los abortos y partos prematuros en las mujeres, e incluso puede tener un efecto diabetógeno y cancerígeno. También se ha comprobado que una exposición prenatal a BPA podía incrementar el riesgo de padecer asma y obesidad en la edad infantil. Vistas todas estas consecuencias negativas, no es de extrañar que Europa lo haya incluido en la lista de compuestos “altamente preocupantes”, aunque fue Canadá el primer país en calificar al bisfenol A como sustancia tóxica.
Sin embargo, tampoco hay que alarmarse en demasía. Como os dije al principio del artículo, el bisfenol A no está presente en todos los tipos de plásticos, sino solamente en algunos como resinas epoxi, policloruro de vinilo (PVC) y policarbonatos (PC). Y vosotros os preguntaréis: ¿cómo podemos saber el tipo de plástico del que está hecho un envase? Pues bien, esto es posible porque existe un sistema de identificación de los materiales de envasado, de modo que cada tipo de plástico lleva su símbolo triangular con un número determinado en el centro, tal y como os mostraré a continuación. La correspondencia de los números con los diferentes tipos de plásticos es la siguiente:
1: Tereftalato de Polietileno (PET)
2: Polietileno de Alta Densidad (HDPE)
3: Cloruro de Polivinilo (PVC)
4: Polietileno de Baja Densidad (LDPE)
5: Polipropileno (PP)
6: Poliestireno (PS)
7: Todos los demás: resinas de plástico o mezclas (OTHER)
Una vez aclarado esto, quería contaros que, generalmente, el
plástico utilizado para la fabricación de botellas de agua, refrescos y aceite
es el PET, el cual no contiene bisfenol, por lo que esos bulos que circulan por
ahí acerca de la presencia de bisfenol A en las botellas de agua quedan totalmente
desmontados. Por lo tanto, en la botella de PET debe aparecer el simbolito con el 1 en su interior y podemos concluir que, en este sentido, no hay problemas de seguridad para
la salud al reutilizar las botellas de plástico. En efecto, estudios sobre el
PET han demostrado que es seguro para los usos a los que se destina, tal y como
explican aquí: The Safety of Polyethylene Terephthalate (PET)
Otros productos que tampoco llevan bisfenol
son aquellos destinados a la lactancia y la edad temprana, como las vajillas para los niños o los biberones, puesto que en Europa se ha prohibido su uso como
medida de precaución, tal y como ya hemos mencionado anteriormente.
Por el contrario, sí hay que tener cuidado con aquellos recipientes de plástico a base de resinas epoxi, PVC o policarbonatos, ya que estos sí contienen bisfenol A. Obviamente, el problema no es la simple presencia de este compuesto en los plásticos, sino su posible liberación al contenido con su posterior ingestión por parte de los seres humanos o los animales.
Por el contrario, sí hay que tener cuidado con aquellos recipientes de plástico a base de resinas epoxi, PVC o policarbonatos, ya que estos sí contienen bisfenol A. Obviamente, el problema no es la simple presencia de este compuesto en los plásticos, sino su posible liberación al contenido con su posterior ingestión por parte de los seres humanos o los animales.
Volviendo al tema del PET de las botellas de agua, cabe decir que, aunque nos hayamos quitado del medio al bisfenol, este material no está todavía exento de controversia. Esto se
debe a que otros compuestos del PET podrían migrar al agua y podrían tener
algunas implicaciones sobre la salud, pero aún no está del todo claro. Los
compuestos señalados son ftalatos, antimonio, formaldehído y acetaldehído. No
obstante, lo cierto es que ya se han llevado a cabo estudios sobre estas
sustancias y los resultados parecen reflejar que, en condiciones normales de
uso, todas ellas se encuentran en concentraciones tan bajas que no merecen
preocupación alguna. Por lo tanto, aún no se han obtenido claras evidencias de que
el PET pueda conllevar un riesgo real para la salud, pero de la misma manera,
todavía son necesarios resultados más concluyentes para descartar otros más
contradictorios y poder poner fin a la polémica aún abierta.
Recapitulando, como conclusión de todo lo dicho hasta ahora y dejando a un lado las hipótesis poco fundamentadas sobre estos otros compuestos, podemos decir que el bisfenol A deja de ser el mayor problema de estas
botellas de plástico (al no estar presente en ellas) y este puesto pasa a ser ocupado por su
higiene, puesto que sí es cierto que las bacterias prosperan en ambientes
cálidos y húmedos y se adhieren con facilidad al plástico. De este modo, los
expertos coinciden en que el mayor riesgo para la salud que puede suponer la
reutilización de estos recipientes es de tipo microbiológico. Por ello, se
recomienda lavarlas con agua y jabón y dejarlas secar, para después mantenerlas
en un entorno limpio, fresco y seco, protegido de los rayos solares. Con todo,
dicho lavado con agua y jabón que es conveniente para eliminar los microorganismos
que pudieran crecer, favorece asimismo el deterioro de la botella. Además, a
este deterioro provocado por el lavado, hay que sumarle el mecánico, es decir,
el producido por el uso diario que puede dar lugar a grietas en el plástico que
constituyen un lugar idóneo para albergar bacterias.
Por todo ello, lo aconsejable es usar preferiblemente envases de cristal, no abusar de la reutilización de los envases plásticos y no someterlos a altas temperaturas, puesto que, al igual que otros factores como un mayor tiempo de contacto o un pH ácido, aumentan la liberación de bisfenoles del plástico. Por este mismo motivo, debemos evitar también la comida precocinada, que se calienta en el microondas directamente con el envase.
Por todo ello, lo aconsejable es usar preferiblemente envases de cristal, no abusar de la reutilización de los envases plásticos y no someterlos a altas temperaturas, puesto que, al igual que otros factores como un mayor tiempo de contacto o un pH ácido, aumentan la liberación de bisfenoles del plástico. Por este mismo motivo, debemos evitar también la comida precocinada, que se calienta en el microondas directamente con el envase.
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